La gran mayoría de seres humanos que desencarna, llega en muy malas condiciones su cuerpo astral debido a la ignorancia del no saber emplear el mecanismo de “magnetismo respiratorio”, que es el responsable de la absorción de las energías del medio ambiente astral. Uno de los métodos empleados para la revitalización en el mundo espiritual es la helioterapia, el cual consiste en un tratamiento de ejercicios basados en las líneas de fuerza astral del sol de la comunidad espiritual, ayudando con ello a desenvolver las energías circulatorias del cuerpo astral. El hombre común ignora que nuestro periespiritu es muy complejo, se subdivide en sistemas delicados que son responsables de la creación de la fuerza, luminosidad, colores, magnetismo y temperatura. Elementos que necesitan activarse y disciplinarse, principalmente en aquellos que son débiles de voluntad y de pocas energías para las futuras reencarnaciones.
El planeta Tierra, aunque sea considerado un mundo inferior tiene su vida regulada por una serie de leyes y disciplinas irrevocables, que coordinan sus actividades y fuerzas rudimentarias.
La mente es el factor principal en la actividad espiritual, la fuerza propulsora con la que activamos nuestra conciencia. Una mente desequilibrada es una fuente de enfermedades para el cuerpo astral, originándose por las pasiones destructoras, pero si esa fuerza se emplea inteligente mente para eliminar la vanidad, la maledicencia, el miedo, el odio, rencor, melancolía o codicia y demás sentimientos que pueden herir el cuerpo etéreo-astral, es lógico que eliminaremos los grandes males que nos atacan comúnmente. También debemos entender que los vicios como el alcohol, el tabaco, drogas, alimentación con base a carne, etc. Perjudican exponencial mente nuestro cuerpo etéreo, provocando con ello problemas en nuestras fuerzas vitales.
En el plano desencarnado viviremos conforme a la naturaleza de pensamientos y sentimientos que hayamos cultivado encarnados y al trato que tuvimos conforme a nuestros deseos. Es evidente que la tranquilidad del alma reside en adquirir la paz espiritual interior. Si en la tierra no educamos nuestra fuerza de voluntad, es lógico que desencarnados menos la hallaremos.
Cuando el ser humano muere, parten de la tierra con una ignorancia de quienes son, llegando espantados, boquiabiertos y aterrorizados. Se palpan, se auscultan y raros son los que no huyen al acercarse ayuda del espacio, también están los que se rebelan y culpan a Dios por sus debilidades humanas.
No es raro encontrar almas que, aun siendo buenas son ignorantes de sus facultades inmortales, por lo que se les enseña desde la absorción de prana, la activación de la circulación etérico del cuerpo astral, la concentración y el dominio contra las evocaciones enfermizas del mundo carnal y también como desenvolver el poder de la voluntad.